Ismael González, Cuba
La cultura, como expresión de la obra del Hombre a través de la Historia, ha estado presente en el quehacer de cada partido integrante del Foro de Sao Paulo. Ese acervo ha aportado significativamente a la diversidad que caracteriza el Foro, a la vez que ha sido basamento de la construcción del consenso y la unidad que propiciaron sus avances y su propia perdurabilidad durante todos estos años, aun en el complejo contexto de la época.
Una situación más disímil la encontramos cuando indagamos sobre la presencia consciente de una labor cultural en el programa de acción y en la vida misma de cada una de las organizaciones partidistas que el Foro agrupa. Una apropiación de la cultura como expresión de la construcción subjetiva de los individuos y las sociedades, así como una proyección desde la cultura, no siempre han estado presentes, al menos con la nitidez suficiente, en el accionar de las mismas.
Por todo ello, reconocemos en toda su dimensión el acuerdo emanado del XV Encuentro del Foro de Sao Paulo, efectuado el pasado mes de agosto de 2009 en la Ciudad de México, por el que se crea la Comisión Permanente de Cultura, gestada meses atrás y que nace con una plataforma inicial de ideas y propósitos compartidos, que fueron enriquecidos en el fértil intercambio que sobre el papel de la cultura y las artes tuvo lugar durante las propias sesiones del referido Encuentro.
Una comprensión cabal de la cultura, que consecuentemente asuma su dimensión histórica, propicia un acercamiento teórico y práctico que mucho puede enriquecer la vida y la labor de los partidos que hoy conforman el Foro, pues todos reconocen la importancia del contexto, el papel de la memoria, la imprescindibilidad de estar dotados de un cuerpo de ideas que permita defender los proyectos a la vez que afianzar el sentido de las acciones en curso. Sin cultura política, componente relevante en nuestros tiempos de una cultura general integral, es difícil concebir la alternativa de un mundo mejor.
Cómo encarar una crisis económica, alimentaria, energética, ambiental -que revela el agotamiento de un sistema, pero también de un modelo civilizatorio- sin cultura; cómo defender paradigmas emancipatorios sin considerar la herencia de lo mejor del pensamiento latinoamericano de los siglos XIX y XX que postula los nexos indisolubles entre cultura y libertad, o entre la plenitud y la libertad de los individuos en el socialismo.
Resulta evidente, por tanto, que no hablamos de la cultura como un quehacer que pueda o no tomarse en cuenta o ser atendido, pues ella es una expresión siempre presente; por lo que, de lo que se trata, es de asumir conscientemente sus legados, retos y complejidades, pues ignorarlos puede hacer aun más difícil nuestra labor y exacerbar contradicciones que no favorezcan desarrollo alguno.
No es posible entonces concebir la cultura, en la labor partidista, asociada únicamente a un sector de la sociedad o de la militancia, si bien deberán tenerse presentes las especificidades de estos sectores, entre los que pudiera destacarse la labor con la intelectualidad y con los artistas, dadas sus funciones particulares en la producción y el debate de ideas y en la creación artística y el entorno ideoestético de cada época.
Muchos peligros se han evitado cuando por intelectuales se ha comprendido a todos aquellos que trabajan fundamentalmente con las ideas, incluidos los líderes políticos y sociales que gestan y desarrollan un ideario que nutre sus respectivos programas de acción; cuando no se ha asumido al intelectual como conciencia crítica de la sociedad, situándolo fuera o por encima de ella, mucho se ha favorecido su integración y participación en los procesos que legítimamente le atañen.
Algo muy diferente sería entender que intelectuales y artistas no requieren de una labor especial, en correspondencia con sus propias dotes, muchas veces realmente excepcionales, así como con las peculiares formas de producir y socializar su obra, asociadas mucho más que otras labores a la singularidad y originalidad, de ahí que la relación con los mismos sea mucho más eficaz cuando se establece como hecho específico, de manera individual y con pleno dominio de sus auténticos valores creativos.
No pueden desconocerse la socavación de la libertad de creación y la subordinación del talento que, sobre la base de prebendas y concertaciones, se ha operado sobre estos sectores desde una práctica política irrespetuosa e inescrupulosa, la cual ha condicionado una actitud de recelo que en ocasiones los mismos muestran hacia los movimientos políticos. Tampoco puede soslayarse la labor calculada y sistemática que, integradas a operaciones encubiertas desde centros de inteligencia hegemónicos, han incidido en la desmovilización política de intelectuales, hasta llegar en ocasiones a traicionarse una vida y obra que hasta un día fueron consecuentes con las mejores causas. Ambas realidades exigen de nuestros partidos mostrar diáfanamente, en su labor con éstos, su política cimentada en sólidos principios y en una ética incorruptible.
Si estas consideraciones pueden ilustrar en general la labor cultural de los diversos partidos comprometidos con los principios que sustentan el Foro de Sao Paulo, se hace imprescindible significar cuánto se ha de enriquecer el trabajo a favor de la cultura y desde la cultura misma cuando el partido está en ejercicio del poder, ya sea en el gobierno nacional o en otras instancias de gobierno.
A la hora de gobernar, la cultura es una esfera de extraordinaria valía: comunidades, minorías, padres, maestros, gremios, artistas e intelectuales, en fin, la sociedad que nos ha otorgado la posibilidad de gobernar, siente que llegó una nueva hora, en la que podrá cumplirse el programa cultural latente en sus sueños de un mejor país.
Quizás por esta propia razón, no asumir la cultura con la prioridad que merece, deviene uno de los factores que descalifican -aunque no siempre se advierta con igual nitidez- la gestión de gobierno, atentando contra la preservación del poder que objetivamente demanda el cumplimiento de los compromisos contraídos con la sociedad, si bien se habrá de procurar que las políticas culturales sean refrendadas por los respectivos parlamentos y lleguen a conformar, más allá de la voluntad de un gobierno, un cuerpo legal coherente y consecuente que cuide del alma de la nación, como corresponde a un ineludible asunto de Estado como es la cultura.
Nos felicitamos por el establecimiento de la Comisión Permanente de Cultura del Foro de Sao Paulo, confiados de que su labor contribuirá a alcanzar los propósitos que le dieron origen y a cumplir las tareas que se le han encomendado.
La Habana, octubre de 2009.
viernes, 28 de mayo de 2010
miércoles, 26 de mayo de 2010
BIENVENID@S
Saludos desde la Comisión de Cultura del Foro de Sao Paulo compañeros y compañeras trabajadores y trabajadoras de la cultura en Latinoamerica y el Caribe.
En este momento nos encontramos en construcción de un Blog para mantener información y crear una red de encuentro y solidaridad para fortalecer nuestros lazos e integración Latinoamericana.
Por el momento, si desean informarse, pueden acceder a los siguientes links:
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http://issuu.com/mesadecultura.fsp/docs/memoria_seminario_cultura_upload
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